El misterio de Lindsay Lohan

La verdad, no tenía idea de cómo comenzar este blog, ante tantas rutilantes estrellas que terminan siendo un despropósito de la moda, no sabía a cuál escoger. Y de alguna manera, Linsay Lohan ha sido mi favorita para empezarlo, ya que es ese tipo de personaje famoso que siempre me ha llamado la atención y es, precisamente, mi ignorancia total a qué se dedican o por qué razón son famosos y pueden cobrar abultadas facturitas. Lo mismo me sucede con las hermanas Kardashian y los cientos de famosillos de saldo que cada día abarrotan los medios españoles.

Y es que la Lohan da mucho juego para blog como este, por ejemplo, ya que es una incorregible en todos los aspectos, y no menos de la moda. Dice tener  más de 500 pares de zapatos, pero claro, si son como estos de soldados de la antigua Roma, querida, no, eso no vale.

Pues, amenaza con sacar su propia línea de ropa... supongo que se pondrá a diseñar entre resaca y resaca. Lo que sí hay que reconocerle es el talento  para estar en todos los saraos de la jet set... por ejemplo ¿qué hacía el año pasado en Cannes? ese es parte del misterio del que anteriormente hablaba.

Y mira que a veces logra estar divina pero luego aparece en Cannes, madre mía, en Cannes con este modelo digno de la serie Dallas de los 80, pero en plan más corto.

Lindsay, querida ¿es que nadie te ha dicho que los zapatos blancos, sobre todo tacones, están ABSOLUTAMENTE prohibidos a menos que lleves un vestido de bodas? Y esto fue en un evento de la revista Vogue en París, me imagino a los asistentes parisinos flipando con el vestido y los zapatitos blancos. Que tener problemas con las drogas o el alcohol no es excusa para andar con esas fachas, deberías aprender de Kate Moss. Este es otro indescriptible modelito en una inauguración en París... ¿lamé? Pensé que ya no lo fabricaban desde los 80.

No, no que nadie te crucifica, que tienes que venir a pagar tus pecados contra el fashion acá donde todo el mundo los paga, en el mismísimo infierno, eso sí, los tacones blancos se quedan fuera, que aunque sea el infierno tenemos un mínimo de decoro.